En 1982 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió como ‘Síndrome del Edificio Enfermo’ al conjunto de síntomas que manifiestan las personas que ocupan un inmueble y que, debido a determinados factores externos, generan dolencias y enfermedades.
La arquitectura actual tiene muy poco en cuenta los criterios ecológicos a la hora de construir los edificios. La tendencia es a crear estructuras herméticas, aisladas del exterior y sin ventilación. Son los llamados “edificios inteligentes” caracterizados por el ahorro de energía, por la seguridad, comodidad y confort de sus habitantes y por la facilidad para establecer comunicaciones mediante fuentes tecnológicas ,tanto internas como externas, y que agravan la Salud.
Sin embargo, esa falta de ventilación adecuada, junto con otros factores como ordenadores, impresoras, fotocopiadoras… generan efectos que perjudican la salud. Si a todo esto se suma los materiales utilizados tanto en la construcción como en la decoración (aislantes, amianto, radón, asbesto, pegamentos, maderas manufacturadas, pesticidas, productos de limpieza…) el problema puede ser aún mayor. Incluso los propios habitantes del edificio contaminan el lugar: al respirar, producen CO2. Cada vez tenemos todo más conectado de forma inalámbrica y la tecnología que lo gestiona es más dañina para el Medio Ambiente y las personas.
El electrosmog, también conocido como radiación electromagnética peligrosa, se puede clasificar en radiaciones ionizantes y radiaciones no ionizantes, en función de si es capaz o no de proveer átomos ionizantes y romper enlaces químicos. Las frecuencias ultravioletas y superiores, tales como rayos X o rayos gamma son ionizantes y representan peligros especiales (Radioactividad). La radiación no ionizante, se asocia con dos grandes riesgos potenciales: eléctricos y biológicos.
Las perturbaciones producidas por los campos electromagnéticos de baja energía de los aparatos eléctricos pueden tener efecto nocivo sobre el organismo humano
Pero ¿qué quiere decir exactamente este anglicismo? El electrosmog es un fenómeno que se produce como consecuencia de encontrarnos inmersos en campos de radiación electromagnética de baja energía, que nuestros órganos sensoriales en principio no son capaces de detectar. En principio tratar el tema del electrosmog no parece tarea fácil. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que a menudo es posible conseguir una reducción aceptable de la carga de electrosmog con medidas simples de prevención.
A la pregunta ¿es realmente necesario protegerse contra el electrosmog? podríamos decir que es un tema actualmente muy discutido. Los efectos nocivos de las radiaciones electromagnéticas cada vez están claramente demostrados. Son muchos Científicos de todo el mundo que llevan investigando en este terreno y sus conclusiones finales y Tesis Doctorales son abrumadoras. Bajo una óptica de la prevención no estaría de más conseguir protegernos de forma apropiada. Haciendo honor al dicho de que más vale prevenir que curar; con el agravante de que las curas en tejidos dañados por estas energías son de difícil solución si no imposibles en la mayoría de los casos. Una cosa que nos puede ayudar es un punto débil de los campos electromagnéticos cual es el que su intensidad disminuye rápidamente a medida que nos alejamos de la fuente emisora.
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Tipos de radiación
Dos son los tipos de radiación que podemos clasificar desde el punto de vista de la prevención. Las radiaciones de baja frecuencia y las radiaciones de alta frecuencia. Las radiaciones de baja frecuencia se encuentran en cada casa, pues cada línea de corriente usual, enchufes y todo el cableado que dispone la vivienda para la circulación de corriente emiten electrosmog.
Todos los receptores de energía eléctrica, como lámparas, electrodomésticos, contadores inteligentes de electricidad, ordenadores, así como los enchufes y las líneas eléctricas que los alimentan, producen campos magnéticos de baja frecuencia incluso estando apagados. Son, por tanto, una fuente de electrosmog en nuestra propia vivienda.
Las radiaciones de alta frecuencia (AF) se caracterizan por tener un mayor radio de acción y por una mayor rapidez de la extensión de las ondas. Estas radiaciones son las usadas principalmente por las emisoras de radiotelefonía móvil, emisoras de televisión y radio, radares, teléfonos inalámbricos, equipos vigilabebes y también en algunos electrodomésticos como es el caso de los microondas.
El rango de frecuencias utilizado llega hasta los gigahercios, de forma que para estas frecuencias elevadas los campos eléctrico y magnético se funden en una sola onda electromagnética que se transmite por el espacio alcanzando grandes distancias.
Las radiaciones electromagnéticas creadas por el hombre, como consecuencia del avance tecnológico tanto en radio, TV, radar, líneas telefónicas, líneas eléctricas, hornos industriales, contadores inteligentes de electricidad, telefonía móvil etcétera, según su potencia y frecuencia, pueden resultar peligrosas en determinadas circunstancias, ya que, de acuerdo con los conocimientos actuales, la radiación electromagnética tiene una doble naturaleza ondulatoria y corpuscular. Y esto se pone de manifiesto al transmitirse por el espacio en forma de onda. Empero su energía, en lugar de estar distribuida uniformemente por toda la onda, se con-centra en pequeños paquetes llamados cuantos de energía.
Esta energía, constituida por paquetes elementales llamados fotones, puede ser depositada en los objetos irradiados dando lugar, según las características de las ondas, a fenómenos de ionización, excitación molecular, polarización, calentamiento iluminación, etc.
Los siguientes síntomas pueden indicar que un determinado lugar se encuentra expuesto a campos electromagnéticos intensos:
Insomnio, pesadillas, resistencia para quedarse dormido.
Cansancio crónico, falta de apetito, malhumor.
Depresión.
Calambres.
Dada la clasificación fundamental de las radiaciones electromagnéticas en ionizantes y no ionizantes, son precisamente estas últimas, las no ionizantes, que no tienen la energía suficiente para ionizar la materia, las que contribuyen al fenómeno del electrosmog con distintos tipos de radiaciones, entre las que podemos distinguir los campos estáticos, radiaciones de baja frecuencia, radiofrecuencias y microondas.
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Bibliografía:
Redes energéticas corporales. Experiencias clínicas
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